RECTA FINAL, UNA BATALLA EN LA IZQUIERDA
Nada parece salirle bien a la izquierda en la víspera de la elección presidencial del próximo domingo 19: primero, falló en sus pronósticos de que “la elección sigue abierta”; se presenta ante el electorado como derrotada; erró en sus vaticinios de armar una coalición cohesionada para hacer frente a Sebastián Piñera en segunda vuelta; se le vino abajo la estrategia de concentrar exclusivamente sus ataques en el abanderado de la oposición y, por último, su orquestada aparente unidad ideológica se derrumbó, originando un durísimo fuego cruzado ‘amigo’, siendo el más damnificado precisamente su candidato con más opción.
Para mayor abundancia de problemas, fracasó, también, la estrategia de la Presidenta de iniciar una temporada de inauguraciones con la finalidad de que tal efecto de ayudase a Alejandro Guillier, pero ni éste ni otro parecen haber recibido ni siquiera el ruido de tanto corte de cinta.
Dentro de este pesimista escenario, lo que más llama la atención es el altísimo nivel de descalificaciones mutuas generado en las candidaturas de izquierda, en especial en las de Alejandro Guillier, Marco Enríquez y Carolina Goic. Parecía lógico que de acuerdo a como se venía presentando el panorama electoral, todas pujasen por su ‘mejor derecho’ a ser la más competitiva frente a Piñera. Pero, de pronto, todo cambió y sus estrategias se convirtieron en autodestructivas.
Puede ser la hora de preguntarse ¿qué información privilegiada maneja la izquierda, que la pronosticada ‘pasada de cuenta’ post derrota se anticipó antes, incluso, del conteo de los votos?
A excepción del Frente Amplio y de Beatriz Sánchez, que aún no logra digerir el amargo trago de su desplome, Alejandro Guillier, Marco Enríquez y Carolina Goic eligieron el camino de la batalla campal entre ellos.
Concluyeron que como sus arteros ataques al candidato opositor no le hicieron daño, optando por perforar las opciones de los otros postulantes de su propio sector. Con ello, aumentaron el desconcierto y las dudas en su electorado natural y, más aún, entre los indecisos y probables votantes.
Si aún en medio de un clima unificado por la campaña anti-Piñera fue imposible llegar a un acuerdo de apoyo a quien pase a segunda vuelta, tras este fuego amigo sin precedentes, aquella posibilidad es, simplemente, una utopía.
Asesorado por un experto brasileño de convicción marxista, Marco Enríquez reenfocó su campaña, apuntando sin piedad en contra de Guillier, en la esperanza de ser él quien acceda a segunda vuelta. Se entusiasmó por el rápido avance de 2 a 7 puntos en las encuestas.
Sus cálculos son demasiado simples como para ser reales: cree que podrá acaparará a los descolgados de Guillier y Sánchez.
Sin ninguna vergüenza, auto asumió el rol de líder del continuismo, comparándose con Aylwin, Lagos y Bachelet, y ahora es el más enérgico e incondicional defensor de la Presidenta, a quien, durante tres años de su mandato, la atacó.
Goic no ha querido dar ventajas en esta destrucción mutua y subió al máximo sus tonos en críticas a Guillier, fundamentalmente porque éste decidió no hacer entrega de un programa de Gobierno: “el Partido Comunista se lo vetó”, denunció la senadora DC. De pasada, ella tuvo un duro enfrentamiento con Guido Girardi (PPD), a quien calificó de estar “en las antípodas de la buena política”, lo que, por lo demás, es absolutamente cierto.
Guillier y Goic partieron sus campañas anunciando ser la continuidad del Gobierno bacheletista, “mejorando alguna cosas” y/o “profundizando sus reformas”, discurso que desapareció de sus bocas.
El senador terminó con una baja el ciclo de encuestas presidenciales, ello dada la heterogénea composición de su comando, donde no mandan los que dicen mandar y lo hacen quienes están en las sombras: el PC. Su precaria posición instó a Sergio Bitar, uno de sus asesores, a anticipar que “de todas maneras, en segunda vuelta hay que cambiar completamente el equipo de campaña”.
En virtud de la ley electoral, ya no hay más encuestas públicas sobre la elección del 19, pero un ambiente tan enrarecido en el seno de la izquierda, con enemigos sacándose los ojos y con ataques de una virulencia inusual ----como los de Enríquez a Guillier-- hacen suponer que su gente está al tanto de ‘información privilegiada’ que la lleva a destruirse mutuamente antes de tiempo.
Un poquito distante, la Presidenta programó dos inauguraciones por semana para afianzar su ‘legado’, en una campaña de reforzamiento de su imagen.
Tanto autobombo presidencial en nada le ha sido útil a alguno de su ideología que aspira a sucederla. Los intereses de cada cual van por carriles diferentes.
