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HACERLE BIEN (O MAL) AL PAÍS


Una de las personas peores evaluadas del gabinete ministerial le echo otro trozo de carbón a la fogata creciente que ha originado la campaña presidencial.

La ministra de Educación, Adriana ‘Nana’ Delpiano (PPD) originó una batahola a raíz de su apoyo explícito a Alejandro Guillier, otra evidencia del descarado intervencionismo de La Moneda.

No obstante, Delpiano emitió dos juicios que en vez de ayudar a su candidato acentúa la permanente tela de juicio en que se halla, primero por sus constantes titubeos políticos; segundo, por su falta de manejo y tercero, por representar a la Presidenta y a la Nueva Mayoría, ambos con altos estándares de rechazo popular.

La ministra tuvo la osadía de afirmar que sólo Guillier y nadie más que él, puede garantizar la continuidad de la obra de Michelle Bachelet.

Pensando en el votante del próximo 19, decirle a la gente que Guillier es el mejor candidato porque continuará la maciza obra de la Presidenta es, simplemente, un atentado a sus aspiraciones. Un Gobierno con los altos niveles de reprobación de éste y en claro riesgo de salir del poder, no estaría en una situación agonizante de haber sido bueno y exitoso.

La administración de Bachelet ha empobrecido al país y millares de ciudadanos han perdido sus empleos. Más de 4 millones están impedidos de ayuda financiera por estar en Dicom por el no pago de sus deudas y otro número similar cancela a duras penas sus compromisos con entidades financieras o el retail. Las dueñas de casa hacen milagros para materializar el sustento diario familiar.

Al margen de que todo el mundo es libre de opinar –defensa corporativa del Gobierno a su ministra--, Guillier debió telefonear a Delpiano para pedirle que no lo siga ‘ayudando’ tanto, justo cuando debió revelarle a la izquierda dura que, de ser electo Presidente, fijará un plazo de 10 años para el fin del CAE, porque, derechamente, el Fisco carece de recursos para un ‘perdonazo’. Para apoyarlo en segunda vuelta, una de las exigencias del Frente Amplio es borrar las deudas de dicho crédito y eliminar, ahora mismo, ese sistema de financiamiento.

Pero la guinda de la torta, la ministra la puso cuando aseguró que “le hace bien” al país un Gobierno de (centro) izquierda”. ¿Cómo le va a hacer bien si lo está entregando postrado y con un endeudamiento histórico?

Es incomprensible imaginar que “le hace bien al país” la prolongación de un Gobierno que inaugura cinco hospitales públicos, con un total de 150 camas. Casi una broma.

¿Cómo le puede hacer bien la continuidad de una coalición que mantiene sin agua potable a 400 mil habitantes?

Si soplan aires de cambio es porque la actual administración le ha hecho mal al paìs: es incapaz de amortiguar la delincuencia, contribuye a la impunidad de comuneros terroristas en La Araucanía, observa a la distancia las muertes en lista de espero por atenciones de salud y han aumentado los bolsones de la extrema pobreza.

Su cacareada inclusión da muestras de fracaso, al registrarse un alto número de pérdidas de la gratuidad universitaria por la flojera de alumnos que se retrasan en sus estudios. La utilización inteligente de este beneficio debe, como todo en la vida, estar condicionado al esfuerzo y a la dedicación.

La ministra Delpiano se empeña tozudamente en ampliar más y más las opciones gratuitas para la educación de niños y jóvenes, siendo que el real crecimiento no es de la juventud, sino de la tercera edad.

Sólo en un plazo de ocho años, en Chile habrá menos menores de 15 años que adultos mayores.

Lo que, en realidad, se avecina en un mediano plazo es el cierre de establecimientos de educación preescolar y básica, y a un largo plazo, el de colegios y universidades por falta de alumnos.

No puede “hacerle bien” a un país un Gobierno que forja sus políticas públicas sin una mirada a futuro, sino actúa con la óptica corta del voto político.

Quien no lo entienda así, o no quiera hacerlo, sólo debe preguntarse la razón del vergonzoso desenlace de los juicios a los extremistas en La Araucanía. El voto mapuche es más valioso que hacer justicia.

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