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BACHELET SE DICE EXITOSA Y TRAMA UN 3er PERÍODO

Cuando todo hacía presumir que esta encendida carrera presidencial, ya en plena tierra derecha, se estaba limitando a dos de los ocho corredores inscritos, parece haber entrado un noveno…¡pero por fuera de la pista!

Se trata de la propia Presidenta de la República, quien con la excusa de defender su ‘monumental legado’ se metió directamente en la campaña electoral.

Hace meses que en La Moneda la convencieron de que tenía que dejar plasmado du ‘legado histórico’ para que los chilenos, dentro de algunos años, la evocaran, le agradecieran y le pidieran volver por tercera vez a La Moneda. Se pidió presupuesto a una cineasta para que elaborase el documental acerca de su obra.

Es oportuno recordar que poco después de entregarle la banda tricolor, Ricardo Lagos le reprochó a su sucesora el haber omitido por completo el resaltar todo lo hecho por él.

Al menos, en cuanto a infraestructura, el país sí tiene algo que agradecerle al ex Presidente Lagos. A Bachelet, nada, sólo brindarle una oración a la Patrona de Chile que en los momentos espinudos “salva a su pueblo que clama a ella’.

A estas alturas, su legado tendría que estar a la vista y, de existir, estaría prácticamente asegurado el triunfo de su sucesor natural en esta campaña presidencial. Una ‘obra monumental’, como supone ella que es la suya, por impulso propio debería tener una lógica continuidad, cualquiera fuera el candidato de la Nueva Mayoría. Pero ¡qué asombrosa contradicción”: sus dos postulantes se desmarcan y evaden asegurar ‘ser más de lo mismo’.

La irrupción suya en esta carrera proclamando su legado se produjo para ‘empatar’ sus últimos y gruesos errores: su contundente derrota política/judicial por el caso de los comuneros huelguistas de hambre; volvió a mentir, al contarle al país que su subsecretario se tomó vacaciones porque no las tuvo en verano, lo que quedó demostrado no ser cierto; generó una polémica al endosar a la Iglesia Católica una millonaria inversión al invitar, sin haber un peso, a Jorge Bergoglio; eliminó la subvención escolar a la clase media; gastó innecesariamente fondos del fisco, al viajar a Sao Paulo al partido de la Selección y fracasó en sus presiones para extender aún más el plazo de no cerrar el caso Caval y, así, evitar el juicio durante lo que resta de su mandato.

Es natural, humano y hasta justificable que Bachelet quiera redimirse ante una población que le fue adversa y crítica durante casi todo su Gobierno, pero ella le agregó un plus: comparar su obra con la de su antecesor. Con esta adición, el entró de lleno a la campaña electoral para proclamar que, a su lado, Sebastián Pïñera resultó un fracaso en La Moneda.

Esta conducta tan impropia y reñida con sus propias instrucciones, , no le es desconocida: al término de su primer período cayó en abandono de deberes, al enviar a terreno a todos su ministros a trabajar por Frei Ruiz-Tagle.

Su aparatosa aparición para ‘venderse a sí misma’ no pareció darle fruto, porque a los pocos días, Piñera apareció en las encuestas con un punto más en la intención de voto de quienes irán a votar el 19 de noviembre.

Su treta, de buenas a primera, no parece haberle resultado efectistamente, ante lo cual surge, quizás, la sospecha de que sus reales intenciones son ir, desde ya, aplanando el camino para volver a ser la carta unificadora la izquierda en las presidenciales para el 2022. Hay que poner atención a todos quienes, hoy, se refieren con generosidad a su legado, acentuando que si bien en el presente carece de eco, se le reconocerá toda su dimensión a futuro.

Puede ser un mal pensamiento, un pronóstico descabellado, un cálculo erróneo, pero así como está de revuelta la izquierda, ni hoy ni en breve se percibe a un personaje capaz de aglutinarla, ordenarla y, al mismo tiempo, poner en práctica sin chistar todo cuanto se le ordene por destructivo que sea. Esas características, ella las tiene.

Sólo tendría que despejar una duda: tras el estallido del caso Caval, prometió públicamente que “jamás volveré a ocupar un cargo político público”. Pero, doña Michelle ya nos tiene habituados a no decir la verdad…

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