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LA TRAMPA DE LA BAJA EN EL DESEMPLEO

Con un aire de triunfalismo, las autoridades del sector dieron a conocer las cifras de desempleo del último trimestre: la tendencia alcista bajó y, por ahora, se estacionó en un 6.9%.

Todos los números que entrega el INE son invariablemente cojos, dado que considera ‘con trabajo’ a todos aquéllos que en la última semana laboraron, al menos un día.

En sus estadísticas también se suman como ‘con empleo’ a los que realizan ‘cualquiera labor’ por cuenta propia, oficios diversos que en casi su totalidad son ejercidos en la calle (vendedores ambulantes, acomodadores de autos, malabaristas, etc.).

De ahí que la única medición realmente importante para tomar el pulso al ámbito laboral del país es aquélla referente a quienes trabajan con contrato, esto es, los asalariados.

La emocionante alegría de los personeros de Gobierno se debe a que en el último trimestre se crearon casi 7 mil nuevos puestos de trabajo. Mirado de buenas a primera, se trataría de un logro y de un reflejo de que la economía está despegando como, ilusamente, lo hacen creer los encargados de las finanzas públicas.

Si se visualizan estas cifras sin detenerse a analizarlas, significa que, al fin, están asomando los brotes verdes del anhelado crecimiento, la única palanca posible para la creación de nuevos puestos de trabajo.

Suena contradictorio y parece sospechoso que si nuestra economía sigue pegada en niveles bajísimos, que apenas se balancea en 2% de crecimiento, las autoridades revelen que el desempleo baja: de un permanente 7% y algo más en los últimos meses, descendió a un 6.9% en el último trimestre.

La razón de este contrapunto es una maquiavélica operación laboral/política del Gobierno: de cada 10 nuevos puestos de trabajo asalariado, apenas dos corresponden al sector privado y ocho son incorporaciones a la administración pública.

¿Necesita más funcionarios el área fiscal? Dado que pese a su record de licencias médicas igual opera y que recientemente sus reparticiones fueron premiadas con un sobresueldo por excelencia en su rendimiento, todo apunta a que no demanda requerimientos de planta.

Es más, si fuese así, no es lógico ni atendible el aumento de su planta en casi 7 mil funcionarios en sólo tres meses, en virtud del asombroso endeudamiento del Fisco, el cual, a la fecha, va en 66 mil millones de dólares. Llega a ser increíble que se continúe engrosando ese déficit con la generación innecesaria de ese número de nuevos puestos.

Dicha deuda fiscal no se registraba en el país desde 1993, o sea, hace 24 años, razón principal de que Chile haya descendido en el ranking mundial de riesgo financiero.

Ésta es, pues, otra de las muchas marcas de este Gobierno que ha hecho retroceder al país y que gracias a esta monumental deuda ha hipotecado el futuro de varias generaciones, porque bien se sabe que el Fisco funciona gracias a los impuestos pagados por todos, sin excepción.

Celebrar este tipo de ‘hazaña’ es contraproducente y no tiene más justificaciones que el plan cínicamente elaborado por La Moneda de no dejar un solo peso en las arcas fiscales al próximo Gobierno, además, también de apernar en la administración pública a una importante dotación de adherentes para que le haga la vida imposible.

El presupuesto 2018 fue ingresado a la Cámara de Diputados para que se inicie su tramitación. Según la Presidenta, se trata de un proyecto “austero” en virtud de “la estrechez de la caja fiscal” y recomendó prudencia a los parlamentarios que lo discutirán. Si lo suyo no es hipocresía, pasa muy cerca.

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