top of page

EL PERIODISTA GUILLIER Y EL COPY PASTE


En el supuesto de que, efectivamente, el ciudadano Alejandro Guillier obtuvo el título de periodista en la Universidad Diego Portales --debe ser así, en caso contrario no hubiese podido asumir la presidencia del Colegio de la Orden--, el ahora candidato de la Nueva Mayoría debería tener clarísimo de qué se trata el copy paste.

En las aulas de las Facultades de Periodismo se habla de plagio, o sea, copia fiel de un texto ajeno. En algunas universidades, esta mala práctica se sanciona severamente y hasta con la expulsión; en otra, el delito queda entre profesor y alumno, además de una automática calificación de 1.

El plagio, para los docentes avezados y acuciosos, es fácil de detectar porque resulta evidente que la redacción no corresponde a la creación del autor. La comprobación del engaño es automática: la hace Google.

Por influencias política, sin concurso y siendo aún un incipiente locutor de noticias de la TV, Guillier fue invitado a ejercer como docente en la UDP, donde fue jefe de área e hizo clases. Por tanto, en el marco de la enseñanza conoció el mal hábito del copy paste de algún alumno y, seguramente, lo condenó y sancionó.

Por ello, llama la atención la confusa explicación que el candidato izquierdista quiso dar para justificar una asesoría que pagó por $19 millones con dineros del Senado y que resultó ser un plagio. El autor, Beltrán y asociados, empresa creada dos semanas antes de hacer ‘el informe’, tomó textual una acta de una comisión publicada en el sitio web de la Corporación.

A raíz de un cuestionado pago con dineros fiscales del Senado en un hecho similar, el fiscal a cargo extendió la investigación a todas las asesorías en dicha Corporación, abriendo un manto de sospechas y de dudas sobre todos los parlamentarios.

Dijo Guillier: “mis asesores van a comisiones a las cuales no puedo asistir y me cuentan lo que ahí se discutió. Generalmente, en las copias de las actas me subrayan ciertas materias o escriben a mano en los bordes o al final de las hojas”…Añadió: “otras veces, sus informes son orales, o sea, no quedan constancias”.

Pagar 19 millones por apuntes a mano en bordes de las páginas o por simples conversaciones, es una versión carente de todo crédito, menos para la inconmovible vocera de La Moneda, Paula Narváez: “el candidato Guillier explicó con absoluta transparencia lo actuado”…

Hay que tener presente que el senador Jorge Pizarro debió renunciar a la presidencial de la DC, rehusar postularse de nuevo y afrontar como imputado un juicio por platas recibidas de SQM gracias a ‘asesorías orales’ que sus hijos le dieron a dicha empresa. Los $45 millones por el ‘trabajo’ fueron a parar a la campaña del parlamentario.

Para dudar de los parámetros de transparencia de la ministra Narváez, el inmueble --sin moradores— de la oficina de Beltrán y Asociados es propiedad de Harold Correa, parte del comando de Guillier, amigo y discípulo de Rodrigo Peñailillo en la G90 y, también, involucrado en las investigaciones judiciales por boletas falsas a SQM a cambio de ‘informes técnicos’ tomados de Internet y cuyo pago fue a la tesorería de la campaña electoral de Bachelet.

Como orgulloso defensor de su profesión, aún más como ex docente, en el Senado no debe existir otro ‘honorable’ más entendido que Guillier en el vicio de copia de escritos ajenos: lamentablemente, es algo frecuente en las aulas de Periodismo por parte de quienes, por tiempo o flojera, no cumplen las misiones de reporteo que se les encarga como paso crucial de la enseñanza.

Extraña, entonces, que la suya ha sido una justificación más propia de un alumno mentiroso que la de un profesor serio.

bottom of page