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SALUD: LOS MUERTOS NO IMPORTAN A GUILLIER


Una comisión técnica de médicos, convocada expresamente por el Ministerio de Salud (MINSAL), estimó en 6.744 las muertes por enfermedades ocurridas el 2016: la causa de los fallecimientos estaría relacionada con una atención pendiente y su consiguiente espera en el sistema público.

El equipo de trabajo detectó que los problemas de registro, como faltas de fichas clínicas y datos incompletos, o de mala calidad— fueron detonantes en las largas esperas que antecedieron a las muertes. Los pacientes fallecidos aguardaron por meses una atención o intervención quirúrgica que nunca llegó.

En el caso de las atenciones que no están incluidas en el plan AUGE, las muertes por esperas fueron 15.625.

La indignación que originó este informe impulsó al doctor Juan Luis Castro /PS), presidente de la Comisión Salud de la Cámara de Diputados, a presentar una querella criminal en contra de su propio Gobierno. Pero hubo uno que ni siquiera se inmutó con tan nefasta noticia: Alejandro Guillier.

El candidato presidencial de la Nueva Mayoría se ha declarado partidario de no priorizar el drama de la salud pública y, en su lugar, propone políticas públicas para ¡evitar que los chilenos se enfermen!

En la última oportunidad en que se pronunció sobre el particular fue en su discurso después de que se inscribiera su candidatura en el SERVEL. Antes ya lo había manifestado.

Planteó su singular punto de vista cuando la ministra Carmen Castillo dio por fracasado el sistema de construcción de hospitales y reivindicó las concesiones, desechadas por ser autoría de la administración anterior.

Dijo Guillier: “el problema de la salud no radica en hospitales más o menos o en especialistas más o menos, sino en evitar que la gente se enferme”.

En aquel discurso posterior a su inscripción presidencial, al enumerar sus promesas en caso de llegar a La Moneda mencionó su ‘política pública’ para impedir que la población se enferme.

¿Puede decretarse que una persona no se enferme? Para que ello no ocurra tienen que implementarse acciones que son impensables, como erradicar del aire que respiramos los virus que circulan, culpables de los básicos catarros hasta de las más graves dolencias.

Igualmente utópico es producir un cambio radical en nuestra antigua cojera cultural, que tiene a los chilenos como los mayores consumidores de bebidas alcohólicas en Latinoamérica y con pésimos hábitos de comida, rica en azúcares y grasas.

Chile tiene, también, un record en la ingestión de fármacos contra el estrés y la depresión, consecuencia de los problemas del diario vivir. Para evitarla, Guillier tendría que crear un país de la fantasía…

Políticas públicas realizables y racionales son, por ejemplo, erradicar los campamentos de extrema pobreza, donde menores y adultos adquieren todo tipo de males por sus miserables condiciones de vida.

Cifras oficiales, de su propio Gobierno, dan cuenta de que dentro de muy poco, los adultos mayores serán mayoría, y según estadísticas de organismos de previsión y del MINSAL, son éstos, por su natural condición de vejez, los que más contraen enfermedades.

Se requieren miles de millones para ejecutar genuinas políticas públicas que aminoren y/o eliminen las peregrinaciones de chilenos a los hospitales públicos, en los cuales no hay camas disponibles, ni médicos especialistas ni horas libres para cirugías.

Muchas más de lo que se cree son las personas que se enferman por enfriamiento, porque carecen de ropa adecuada o porque sus viviendas carecen de las mínimas condiciones para neutralizar las bajas temperaturas.

Mies se contagian con comidas poco menos que rescatadas de la basura o adquiridas, por sus bajos precios, en peligrosos mercados informales. Otros viven las 24 horas alternando con gases tóxicos emanados de vertederos.

Son infinitas las realidades que se pueden asumir para mejorar el estado sanitario de la población y, así, descongestionar los hospitales y reducir las interminables listas de espera, que, invariablemente, conducen a la muerte.

Se trata de realidades observables, comprobables y tangibles, y no de las ficciones y fantasías de Guillier. Su nuevo generalísimo de campaña denunció que el candidato está siendo víctima de “una falta de generosidad política”, lo que, seguro, lo hace padecer alucinaciones.

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