LA SEÑORA VOLVIÓ A INFORMARSE POR LA PRENSA
En un desafío a la frágil memoria de los chilenos, es oportuno, ahora más que nunca, recordar el episodio que le significó a Michelle Bachelet su prematuro derrumbe político y, diríamos, el prematuro fracaso de su gestión.
Ello ocurrió en febrero de 2015, cuando ni siquiera llevaba un año en La Moneda.
Hallándose de veraneo en Caburgua, una revista publicó los especuladores negocios inmobiliarios de su nuera Natalia Compagnon, en su mini empresa CAVAL.
Ardió Troya: su jefa de gabinete, amiga y consejera Lya Uriarte, abandonó su lugar de veraneo para monitorear desde La Moneda el escándalo, pero su ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo, le informó que continuase sus vacaciones “porque acá está todo bajo control”-
No era lo real, porque la ciudadanía exigía una explicación presidencial, y ésta llegó recién en marzo, cuando la Bachelet retornó de Caburgua y leyó un discurso al país, contándole que no sabía nada de nada ---pese a que su hijo, nuera y nieto estuvieron con ella en ese veraneo— y que “me informé por la prensa de lo ocurrido”.
Con dolor de su alma le sugirió a su hijo que dejara el cargo de la Secretaría Cultural de La Moneda. Dijo ella: “estoy agradecida por la valiosa labor suya, de la cual todos los chilenos son testigos”.
Antes de marcharse, Sebastián Dávalos Bachelet ordenó a personal de palacio borrar el disco duro del computador de su oficina. Hasta hoy sigue siendo investigado por la Justicia, la que hace poco le negó la solicitud de sobreseimiento de su causa.
Ese capítulo le significó a la Presidenta perder la credibilidad y la confianza de la ciudadanía, la que, a partir de esa fecha, la castigó con una progresiva baja en las cifras de adhesión popular. De ahí hasta hoy, se ha mantenido permanente en un 70% de rechazo.
Ahora, justo cuando estaba ‘levantando cabeza’ y registraba su mejor respaldo desde marzo de 2015, con un 32% de aprobación --recibido con euforia en La Moneda-- ¡vuelve a informarse por la prensa!...
En una entrevista matinal en una radio dijo, espontáneamente, desconocer y no tener idea de que su proyecto de reforma a las pensiones iba a origina, a breve plazo, una pérdida de caso 400 mil empleos. “La verdad es que desconozco ese detalle, porque el texto lo trabajaron Hacienda y Trabajo”.
Sólo días antes, y en medio de una gran parafernalia, ella, pletórica de orgullo, firmó el proyecto de modificaciones al sistema de las AFP’s, pero ¡no lo había ni siquiera leído!
El ministro de Hacienda salió en su auxilio, pero salió peor el remedio que la enfermedad: “ella no leyó los aspectos técnicos, pero sí sabía que iba a tener efectos en el empleo”…
Después, la vocera de Gobierno, su compañera socialista y quien la acompañó en su aventura en ONU Mujer, Paula Narváez, salió a explicar lo inexplicable: “lo que pasa es que la Presidenta se confundió…Los ministros de Hacienda y del Trabajo nos detallaron esa posibilidad de que se produjeran pérdidas de empleos y ello ocurrió durante un Comité Político. Pero, así y todo, no hay que mirar los artículos malos, sino los muchos artículos que contienen cosas buenas”.
Si desde la presentación del proyecto se anticipó que era inviable y lejano de originar un acuerdo nacional como ella lo solicitó, ahora, después de este nuevo ‘numerito’ de Bachelet, puede asegurarse que personalmente se encargó de sepultarlo.
Si ya le resultó nefasta su falsa justificación en el caso Caval, esta vez le puso la guinda a la torta de despedida. Es asombroso, e inaudito, que un Presidente de la República desconozca o ignore lo que firma. En su discurso de anuncio del proyecto se vanaglorió de que era “una contribución a la ciudadanía y a los chilenos ---adultos mayores-- más vulnerables”.
Resulta que su “contribución” implica cientos de miles de fuentes de trabajo menos.
