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‘DOÑA GOIC’ Y SUS DOS MARIDOS

Al término de la ceremonia en La Moneda, en la que se anunció el envío al Congreso de la ‘reforma’ al sistema de pensiones, los más entusiastas y enfervorizados fueron la presidenta de la DC, Carolina Goic, y el diputado Fuad Chaín.

Casi eufóricos, dedicaron loas a la Presidenta, resaltaron el “día histórico” para la vida de los pensionados, le pegaron palos varios a la centroderecha y el parlamentario anticipó que pedirá suma urgencia a la discusión de los proyectos.

Ambos se pelearon los micrófonos para resaltar la genial iniciativa del Gobierno.

Horas antes y días después de tanta algarabía DC, su presidenta, el mismo diputado y otros miembros de la mesa directiva criticaron ácidamente a La Moneda por violar su neutralidad frente a las dos campañas de la Nueva Mayoría.

Antes de la polémica Junta Nacional, Carolina Goic había afirmado categóricamente que por haber fracasado las negociaciones para una nómina única del oficialismo de candidatos al Congreso, “la DC se siente fuera de la Nueva Mayoría”.

Sus negociadores exigieron más cupos parlamentarios, aduciendo su condición de partido más grande del oficialismo, pero con una candidatura, la de la senadora, por fuera.

A esas alturas, la candidatura de Guillier ya le había dado con un palo en la cabeza, al lucir públicamente a la madre de la Presidenta firmando la lista de sus patrocinantes.

A partir de ese minuto, la aspirante demócrata cristiana afinó su puntería en contra del candidato oficial de la Nueva Mayoría, con desafíos de todo tipo e incluso poniendo en duda el voto de sus militantes para la segunda vuelta.

En su objetivo de acentuar su exclusiva representación del centro político, Goic insistió en cada una de sus intervenciones en que el presente y futuro “no está para extremos”, aclarando que no existe más alternativa de gobernabilidad que “un auténtico Gobierno de centroizquierda”.

En el climax de esta polarización, que a esas alturas parecía definitiva, el ministro del Interior, Mario Fernández (DC) recibió instrucciones ‘desde arriba’ de despejar cualquier intento rupturista DC. Reunió a ministros y subsecretarios de su partido para “reafirmar ante la Presidenta su lealtad”…

Fernández, tras el encuentro, explicó que “estaremos hasta el último día acompañando a la Presidenta”, un enternecedor gesto que demuestra las tan reiteradas variaciones del paladar decé. Imitador, a menos escala, del PC, con un pie adentro y el otro afuera, el jefe de gabinete aclaró que “el nuestro fue un pacto de Gobierno y no electoral”…

Cuando el dominio del PC resultó incontrolable en La Moneda, el entonces presidente del partido, Ignacio Walker, afirmó que “no estamos de acuerdo en muchos aspectos del programa de Gobierno, pero es nuestro Gobierno, es mi Gobierno”…

Cuando se le aclaró que la DC había firmado ese programa, se justificó diciendo que “no lo leímos”…

A nadie, a estas alturas, puede llamar la atención de un doble estándar tan reiterativo imposible de desmentir, y por el cual el partido ha pagado, y sigue pagando, el costo de una desafección generalizada de millares de simpatizantes.

Goic empuñó la bandera de la ética política al no aceptar la candidatura de un autor de violencia intrafamiliar –Ricardo Rincón-- y por varios días dejó a la deriva a su partido. Pero lo hizo recién a partir de una derrota personal en la Junta, porque desde que asumió la presidencia no sólo compartió la fraternidad decé con él, sino, también, con otros sospechosos o directamente involucrados en violaciones a la ética: los senadores Jorge Pizarro y Patricio Walker, los diputados Rincón, León y Fuentes y el ex alcalde de Maipú. Ella fue indiferente ante una convivencia incómoda según sus parámetros valóricos.

Hasta su eslogan de campaña refleja una contradicción: Patria Resilente. La Patria ha resistido, y mucho, a los errores y horrores del Gobierno de la Nueva Mayoría, integrada ésta por su propio partido.

Después de la Junta Nacional y tras el Consejo Nacional que ratificó la nómina de candidatos ---incluido León--, la senadora alteró el blanco de sus ataques: se olvidó de Guillier y enfocó su artillería en contra de Piñera, desplumándolo cada vez que puede.

Este súbito cambio de estrategia se debe a la resolución de la Junta y del Consejo de materializar un pacto parlamentario con el MAS y la IC (Izquierda Ciudadana), dos movimientos de segundo orden, de escaso peso y mínima representación, que están a la izquierda del PC, su enemigo irreconciliable al interior de la Nueva Mayoría.

La hiperizquierdización del partido a raíz de este pacto, tuvo de inmediato costos internos que le traerán consecuencias adversas: renunció a sus filas “por traición doctrinaria” y a su repostulaciòn el diputado Sergio Espejo y negaron presentarse como aspirantes al Senado, el ex ministro del Interior, Jorge Burgos, y la ex ministra de Educación, Mariana Aylwin.

De paso, Goic no podrá continuar jactándose de ser la única alternativa de centro/centro, ya que de tanto estéril coqueteo este espacio lo perdió con la inscripción de Sumemos, que agripa a Ciudadanos, Amplitud, Todos y Red Liberal.

Los fundadores de la Falange Nacional y los descendientes de éstos ya dejaron de creer en un proyecto que hace tiempo perdió su legitimidad y su razón de ser. La DC hoy no es la nave que zarpó desde el vientre conservador en busca de objetivos humanistas cristianos que implicaran algún tipo de bienestar a la comunidad.

Aquellos viejos tercios y los que, más tarde, coparon las calles de Santiago entonando con optimismo el “brilla el sol de nuestras juventudes” hoy no están ni remotamente interpretados por un partido que necesita a la izquierda, y en este caso a la extrema izquierda, para sobrevivir.

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