EL PRONTUARIO DE LA NUEVA POLÍTICA
Cuando, inventado por el PC para bloquear a Lagos, surgió la candidatura de Guillier, la izquierda ‘le vendió’ al país el concepto de ‘rostro nuevo y fresco’, no contaminado con las malas prácticas de la vieja política.
Guillier resultó ser de ‘los mismos de siempre’ y, peor aún. No es casualidad que en vez de subir, caiga en el respaldo ciudadano.
La izquierda joven, aquella ‘idealista’ que se sintió defraudada por los incumplimientos de campaña de Bachelet, detectó la incredulidad de la gente en el candidato de la Nueva Mayoría y, para cautivarla, creó rápidamente el Frente Amplio, una utopía que mezcla renovación y extremismo.
El colectivo de los revoltosos urbanos quiso dar una lección a sus antiguos y no remozados caudillos, y convocó a una primaria para que fuera ‘el pueblo’ el que se pronunciara por su candidato presidencial.
Pero fue aquí, en esta etapa, en que la ‘nueva política’ se transformó de un plumazo en vieja política, poniendo en práctica los peores ejemplos de antaño y, más grave aún, incurriendo en delitos.
Para poder hacer efectiva dicha primaria, ideada y sacada a toda carrera, el Frente Amplio debió cumplir con la ley electoral y reunir firmas que acreditasen esa voluntad ante el SERVEL. Se vanaglorió de haberlo logrado, pero, a la postre, reveló haber caído en las malas prácticas de la vieja política.
Es sabido que durante el proceso de votación de las primarias, centenares de sufragantes --y no sólo diez, como sugiere la autoridad— se vieron imposibilitados de hacerlo por ser militantes del Frente Amplio y, en menos caso, del Partido Comunista.
Naturalmente, los más indignados con esta situación fueron independientes afines a la centroderecha, y de ahí que Chile Vamos se dio a la tarea de llevar a los tribunales de justicia a los autores de dos gravísimos delitos: usurpación de identidad y falsificación de firmas.
En las investigaciones preliminares se descubrió que en una sola tarde y en una sola notaría se habían registrado 400 firmas de patrocinio. Imposible: dicha oficina hubiese colapsado.
En este ilícito montaje, impensado en jóvenes tan idealistas como los del Frente Amplio, destacan tres colectividades: el Partido Ecológico, Igualdad y Humanistas. Ello calza con las sospechas de los afectados, quienes atribuyen la triquiñuela a que “alguna vez” firmaron en las calles declaraciones de apoyo a movimientos ambientalistas o animalistas. Desde esos documentos se habrían plagiado firmas e incluso hasta huellas dactilares.
Se está -ni más ni menos-- frente a un delito de tipo electoral que pone en jaque la credibilidad de todo el sistema y, más todavía, si se está ad portas de una o dos vueltas presidenciales. El SERVEL, el servicio público que más celo debe tener precisamente porque es el vigía de la fe pública, tuvo y tiene una gran responsabilidad en este dolo colectivo: simplemente no fiscalizó la veracidad de las firmas patrocinantes para las primarias del Frente Amplio. Sin embargo, ha reconocido que sí lo hizo, y concienzudamente, con la lista de Chile Vamos para similares efectos.
El servicio, a cargo del DC Patricio Santa María, tiene en su mochila un gran peso por acciones anteriores de arbitrariedad, indiferencia y, directamente, por errores en su ejercicio. Ésta, la de las falsificaciones, pudo ser su gran oportunidad para limpiar su imagen y rehabilitarse ante la opinión pública, pero tomó el camino de Pilatos: pidió a los denunciantes que concurrieran a sus oficinas para borrarse de sus erróneos registros partidistas.
Consultados sus ejecutivos por qué ocurrió este ilícito del Frente Amplio, la respuesta estuvo muy lejos de la altura de un servicio dedicado a transparentar el más sublime de los actos democráticos: “no tenemos personal para fiscalizar”.
De un SERVEL probadamente indeficiente y poco veraz, puede esperarse cualquier respuesta, pero lo sorprendente es que las llamadas nuevas generaciones de la política hayan incurrido, a poco andar sus movimientos, en tan malas prácticas. El Frente Amplio es demasiado tierno como para tener, ya, un prontuario tan feo.
